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! ! ! gracias a la etica y virtualidad en nuestra institucion hemos aprendido el verdadero sentido de lo que es realmente el ser persona que cada dia nos damos cuenta que significa esto en realidad. este proyecto nos ha ayudado muchisimo para aprender a valorar cada dia mas la vida y nos ayudo para darnos cuenta de nuestra verdadera personalidad. nos gustaria que en el colegio municipal de bachillerato se promuevan todos estos valores para mejorar la calidad de vida de muchos jovenes que nos acompañan en nuestra institucion educativa. es el mejor proyecto que hemos hecho entre todos y sin duda que llevara el nombre de la institucion a lo mas alto . . . gracias por promover estos valores tan importantes en nosotros ! ! !

martes, 25 de septiembre de 2007

LÅ §ØLïÐÅRïÐÅÐ €NTR€ ïNÐïVïеا


Se entiende que la práctica de la solidaridad requiere, necesariamente, de más de un individuo. Dos seres humanos podrían ser solidarios si vivieran solos en una isla desierta, tanto como una persona que vive en una comunidad inmensa puede ser solidaria al colaborar con la buena alimentación de los niños de un país que está a kilómetros de distancia. Desde luego, la forma más simple, pura y cercana de la solidaridad la encontramos entre seres humanos próximos, en una relación personal de dos individuos.
Para buscar una solidaridad con alcance social, que tenga repercusión tangible en la comunidad, no podemos dejar de lado la solidaridad personal entre individuos que se saben iguales. Sería mentira decir que nos preocupamos por la sociedad, o por los necesitados en general, si cuando se nos presenta la ocasión de ayudar a una sola persona necesitada, no adoptamos una verdadera
actitud solidaria. El empeño por la solidaridad social adquiere valor y fuerza en una actitud de solidaridad personal.
La solidaridad, ya lo hemos dicho, se enriquece y alcanza su plenitud cuando se le adhiere la virtud de la caridad, cuando se realiza por
amor, cuando se convierte en entrega. Nadie ama más que el que da la vida por sus hermanos. El verdadero amor al prójimo, la verdadera caridad y entrega, se manifiestan en eso: en dar la propia vida. No sólo bienes materiales, sino la vida entera. Desde este punto de vista, uno de los mayores ejemplo de solidaridad y entrega en nuestros tiempos tal vez lo encontremos en la Madre Teresa de Calcuta, quien no conoció límite alguno para esa entrega personal a los necesitados.
La solidaridad (…) se practica sin distinción de credo,
sexo, raza, nacionalidad o afiliación política. La finalidad sólo puede ser el ser humano necesitado. Comprendemos que para que haya solidaridad se requieren dos personas: una necesitada y otra solidaria. Pero el solo dar, o ayudar, no es lo más difícil. La parte difícil comienza cuando se nos presenta el dilema de ayudar sin recibir nada a cambio; de ayudar aunque nadie se entere, ni aún la persona a la que ayudamos. Esto es: ser solidarios por una verdadera convicción de igualdad y de justicia. Es difícil ser caritativos, solidarios, entregados, y ser, al mismo tiempo, totalmente desinteresados.
Lo que debe empujar a un hombre a ser verdaderamente solidario no es, en ningún momento, el hecho de que con eso se vaya a conseguir algún beneficio personal, sino la verdad de que esa otra persona es precisamente eso: persona. La convicción de igualdad y la virtud de la caridad son las que deben impulsar un acto solidario.
Y, si la solidaridad no es impulsada por la convicción y la virtud, ¿qué sucede? Cuando a un acto materialmente solidario le falta alguno de estos dos elementos, está viciado y no puede llamársele formalmente solidaridad. Aquél que da una billete de cincuenta pesos a un pordiosero, materialmente hace algo bueno: el pordiosero podrá comer o comprarse unos zapatos; pero si este acto lo hace para que otras personas lo vean, para aparentar caridad, para ganar unos cuantos votos, entonces ese acto, que es materialmente bueno y solidario, se convierte no sólo en un acto deplorablemente infructuoso, sino además en un acto definitivamente egoísta, que lejos de engrandecer a la persona, la empobrece.
Queda claro entonces que, para que un acto pueda ser considerado verdaderamente solidario, necesita de estos elementos: 1) que sea materialmente solidario; 2) que se funde en la convicción de igualdad; 3) que sea hecho por caridad, por amor al prójimo y, 4) que sea realizado con rectitud de conciencia.
La solidaridad debe ser en todas las personas una constante. Ser una realidad diaria. Así como dentro del
matrimonio la solidaridad entre los cónyuges se realiza y perfecciona todos los días en todos los detalles de la vida cotidiana, así la disposición de solidaridad con otras personas debe ser parte inamovible de nuestros actos diarios. Debe convertirse en hábito, en virtud, en modus vivendi. La solidaridad no es una serie de actos aislados encaminados a ayudar al prójimo. La solidaridad es una actitud personal, una disposición constante y perpetua de tomar responsabilidad por las necesidades ajenas.
La solidaridad, en este sentido, implica en gran medida el olvido de sí mismo y de las propias necesidades, para empujar al espíritu humano a realizarse en la entrega a los demás.
Desafortunadamente, las corrientes ideológicas modernas, aunque han conseguido ya, en
teoría, la igualdad de todos los seres humanos, no han favorecido del todo la solidaridad. Reina en la mente de las personas la idea casi inamovible de que la solución a los problemas de la sociedad está en el liberalismo absoluto: en dejar hacer y dejar pasar. En otras palabras, es mucho más fácil para cualquier persona cerrar los ojos a las necesidades sociales y trabajar exclusivamente para el bien propio, sin más obligación que no quebrantar la ley.
Esta es una concepción de la justicia que es casi universal hoy en día. La justicia, para las personas, es sólo entendida en sentido negativo, esto es: la justicia es una exigencia de no hacer mal a los demás –no robar, no matar, no explotar, etc.–. Por lo tanto, puede parecer al que así lo entienda que el hacer algo positivo –dar algo a alguien, ayudar, colaborar, trabajar para los demás– está más allá de la justicia y que es, en todo caso, una acción magnánima, generosa y plausible. Esta es una idea decididamente inaceptable.
La justicia exige a todos los hombres el dar a cada quien lo que por derecho le corresponde. Ese dar a las personas lo que les corresponde según su dignidad de seres humanos es parte de la justicia, y no es una acción caritativa verdadera sino hasta que sobrepasa a la exigencia llana de la justicia.
Pero esto no se logra, en definitiva, sino hasta que todos tenemos la plena convicción de que todos los hombres somos iguales, que los bienes están destinados realmente a todos, y que todos somos verdaderamente responsables de todos.
La solidaridad entre individuos es la primera y la más importante, puesto que en ella se fundan los otros dos tipos. Todos los tipos de solidaridad nacen de la misma convicción de igualdad de todos los hombres.

lunes, 24 de septiembre de 2007

LÅ §ØLïÐÅRïÐÅÐ €N LÅ VïÐÅ ÐïÅRïÅ

Solidaridad en la Propia Familia
Al venir al mundo, el hombre no dispone de todo lo que es necesario para el desarrollo de su vida corporal y espiritual; necesita de los demás para desarrollarse armónicamente.
El hogar constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias.
Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades humanas.
El hogar es un lugar apropiado para la educación de las virtudes, requiriendo para ello el aprendizaje de la abnegación, de un sano juicio, del dominio de sÍ, condiciones de toda libertad verdadera, enseñándole a los hijos a subordinar las dimensiones materiales e instintivas a las interiores y espirituales.
Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio, otorgándose todos y cada uno la ayuda mutua en solidaridad cristiana.
Solidaridad con los Amigos
La verdadera solidaridad con los amigos es prestarle un apoyo incondicional y ayudarles a vivir de acuerdo a las normas y principios del Evangelio.
Solidaridad en la Escuela
La Solidaridad en la escuela implica el respeto por todas las normas educativas del plantel, así como también la participación activa en todos sus proyectos, el respeto y colaboración con todo el personal docente, con los demás alumnos, con los compañeros de clase para promover un clima de fraternidad donde se valoren los principios de fraternidad, buscando siempre la verdad y el bien de toda la comunidad educativa.
Solidaridad con los Necesitados
El interés y la preocupación por todos aquellos hermanos que sufren necesidades físicas, así como morales, han de incentivarnos a procurar socorrerlos dentro de nuestras posibilidades, con una acción firme y decidida en unión de la colectividad a la cual pertenecemos.
Las diferencias entre las personas obedecen al plan de Dios que quiere que nos necesitemos los unos a los otros para que alentemos la vivencia de la caridad.
Solidaridad en Relación al Medio Ambiente
La creación pertenece a todos por igual y compromete a todos por igual a fin de garantizar un medio ambiente consonó con el desarrollo físico de los bienes de la tierra. A nadie le es lícito perturbar el equilibrio eco lógico en beneficio propio.

LÅ $ØLïÐÅRïÐÅÐ ÇØMØ ÇÅRÅÇT€Rï$TïÇÅ HµMÅNÅ

La interdependencia humana:
Todas las personas que habitamos en un país, ciudad o familia, forman una comunidad y de ellas se forma la sociedad. Todos dependemos de otros para poder realizar las tareas que nos beneficien, a esto se le llama el bien común. Ampliando este concepto llegaremos a entender la existencia de la Solidaridad a nivel Universal.
Bien común es la unión y el esfuerzo de todos por lograr un bienestar que afecte a todos en general.
Estrategia Metodológica: Dinámica donde se ejemplifique el ejercicio de la solidaridad para lograr el objetivo deseado para el bien común. (Obra de Teatro)
La importancia de cada individuo en la Sociedad
En la vivencia de las personas, es necesario el desarrollo de las aptitudes y características propias a cada uno, para de esta manera, poder contar con el beneficio del trabajo de todos, ya que, debe de haber alguien que barra las calles, un médico que nos cure, un abogado, un panadero etc., ya que no todos podemos hacer todo. Esto es desarrollar y comprender que todas las actividades son importantes y necesarias para el Bien Común, por lo que TODOS LOS TRABAJOS REALIZADOS ENTRAN EN LA CADENA DE LA SOLIDARIDAD Y LA INTERDEPENDENCIA HUMANA Y TODOS SON IMPORTANTES.
¿Si no tuvieras un Aseo Urbano, qué harías tú con tu basura?
Papel y responsabilidad del individuo en la Sociedad
El individuo como persona injerta en un mundo de retos y de competencias, deberá desarrollarse, con el fin, de poder construir una vida acorde con las exigencias y las necesidades propias del genero humano y para ello deberá asumir con responsabilidad la obligación de formarse, para poder interactuar dentro de la Sociedad construyendo su entorno.
Un individuo irresponsable se convierte en una carga para los demás ocasionando un trastorno en la Sociedad.
La Solidaridad como medio de progreso humano
La Solidaridad requiere que los individuos aúnen esfuerzos dependiendo unos de otros para que en la unión de todos estos esfuerzos se construya y se alcancen las metas de progreso que beneficien a la Sociedad en general.
Tipos de Solidaridad
La Solidaridad ha de desarrollarse en el contexto de la persona humana, esto es en la parte material y en la parte espiritual unidad del ser: cuerpo y alma.
Solidaridad Moral: entendemos bajo este concepto, la ayuda moral que los individuos se prestan unos a otros en los momentos de necesidades del alma, en cuanto a la conducción de su vida.
Solidaridad Material: La solidaridad material se desarrolla cuando los individuos se ayudan materialmente en sus necesidades físicas y corporales.
"La verdadera Solidaridad se ejercita atendiendo ambas partes, se atiende a las necesidades físicas y después a las morales". Madre Teresa de Calcuta